Vino joven, vino crianza y vino reserva. La clásica y más habitual diferenciación entre los tipos de vinos a menudo genera dudas en los consumidores, sobre todo en aquellos que todavía se están iniciando. ¿En qué se diferencian y qué caracteriza a cada uno de ellos?.

A lo largo de estas líneas vamos a establecer las claves para diferenciar un vino joven de un crianza y de un reserva, así como los elementos que entran en juego para dar identidad a cada tipo de vino: el viñedo del que procede, la forma en que ha fermentado y hasta el proceso de embotellamiento.

Diferenciando tipos de vino: joven, crianza, reserva

Lo primero para establecer diferencias es tener claro qué caracteriza a cada uno de ellos:

  • Vino joven: no ha tenido crianza de ningún tipo en barrica o, de haberla tenido, ha sido mínima. Su fecha de consumo ideal es entre 12 y 24 meses después de la vendimia y  suelen ser tintos, blancos y rosados.
  • Vino crianza: antes de llegar a la botella pasa cierto tiempo en madera para desarrollar ciertas características durante el envejecimiento. En su mayoría suelen ser vinos tintos y tienen un periodo de consumo más largo, entre 3 y 10 años.
  • Vino reserva: al igual que el anterior, deben pasar cierto tiempo en barrica de madera y un periodo incluso superior en botella antes de su consumo. También acostumbran a ser vinos tintos que, por lo general, pueden llegar hasta los 20 años de duración.

Primera diferencia: antigüedad del viñedo

¿Y como diferenciar unos de otros? ¿Cómo saber si deben pasar por barrica o cuánto tiempo deben hacerlo? Para ello atendemos a distintos criterios como la antigüedad de la vid.

Como es obvio, los vinos jóvenes proceden de viñas jóvenes, que suelen generar vinos afrutados y menos ‘agresivos’. Los crianza y los reserva salen de viñedos viejos y tienen una presencia mucho más reconocible en boca.

Esa sensación secante en las encías y el paladar tiene su origen en esta diferenciación y en uno de los procesos más importantes: la maduración y atenuación de los taninos, presentes de forma distinta en cada tipo de uva.

Distinta fermentación, distinto tipo de vino

Las fermentaciones de los crianzas y los reservas son extensas. Para ello, se recurre a temperaturas elevadas que permitan obtener el mayor número de taninos posible y una estructura determinada para el vino.

Por contra, los vinos jóvenes no conllevan demasiado tiempo de maceración y se utilizan temperaturas bajas para potenciar los aromas afrutados. Esto da como resultado un sabor más suave y aromático, con menos presencia en boca.

La madera, estilista del vino

La crianza en madera es una de las fases más decisivas en la elaboración de vino. Es, también, una de las más largas y, por tanto, de las que mayores cambios producen en el resultado final.

El paso por barrica otorga determinadas características a los crianzas y a los reservas que no adquieren los vinos jóvenes. En Cooperativa Montevirgen utilizamos barriles de roble para dotar a nuestros vinos de los caracteres positivos que los hacen tan reconocibles y apreciados.

Tiempo en barrica, la última gran diferencia

Si el hecho de pasar o no por barrica influye en las características del vino, parece obvio que también lo hará el tiempo que esté, o no, rodeado de madera. Los tiempos son distintos en función del tipo de vino.

Los crianzas están un mínimo de 6 meses en barrica y otros 6 en botella. Los reservas, por su parte, habitúan a pasar 12 meses en barrica y otros tantos en botella. Por supuesto, esto no sucede en los vinos jóvenes ya que no pasan por barrica.

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