La llegada de los últimos días del año y las fechas navideñas traen consigo, irremediablemente, multitud de eventos, encuentros y comidas en los que existen dos protagonistas que siempre se repiten: vino y jamón ibérico. Pero no siempre se conjugan de la manera adecuada.

En este artículo exploraremos las opciones para maridar un manjar exquisito como es el jamón ibérico con una selección de vinos de Montevirgen, asegurando que cada sorbo y cada bocado sean una celebración para nuestro paladar.

Vino y jamón, una historia de amor

El maridaje entre vino y jamón es una tradición tan antigua casi como ambos productos. El vino realza los sabores del jamón y crea una experiencia gastronómica memorable, ocupando un lugar especial en la ya de por sí rica tradición gastronómica de nuestra tierra.

El jamón ibérico, conocido mundialmente por su textura suave y su sabor profundo y complejo, encuentra en los vinos un compañero ideal para realzar sus cualidades y brillar con la mejor de sus luces.

Claves para combinar vino y jamón

El jamón ibérico destaca por tener una grasa entreverada que acostumbra a derretirse en la boca. Al mismo tiempo, posee un amplio perfil de sabores que puede variar desde las nueces hasta notas florales y terrosas.

El vino no busca competir con ninguno de estos sabores, sino complementarlos para crear un equilibrio perfecto y que se realcen tanto las características del jamón como las del vino.

Jamón y vinos de Montevirgen

Los vinos de Montevirgen componen un amplio espectro de caldos que abarcan desde la sobriedad de un crianza marcado por sus seis meses de paso por barrica, hasta la frescura frutal de un semidulce rosado.

En las siguientes líneas te ayudaremos a entender mejor qué opciones casan con el jamón ibérico, cuáles suponen un contraste absoluto y cuáles se armonizan a la perfección.

Tinto tempranillo

La estructura y los taninos de este tipo de vino se enfrenta a la riqueza del jamón ibérico. El sabor del tinto tempranillo, marcado por las frutas rojas, complementa la textura del jamón.

Por su parte, los que han tenido paso por barrica obtienen un carácter que abraza la complejidad del jamón para crear un maridaje clásico y sofisticado. Si esto es lo que buscas, tanto el Marqués de Villalba Crianza como el Selección son tu mejor elección.

Blancos de Montevirgen

La acidez y el perfil seco de nuestro Pardina lo hacen adecuado para limpiar el paladar después de cada bocado de jamón, algo especialmente útil si se están probando diferentes tipos de ibérico.

En otra línea están el Macabeo, cuya frescura y notas florales son un contrapunto ligero para la densidad del jamón y lo hacen ideal para un aperitivo, y el Blanco Semidulce, cuya dulzura corta la salinidad del jamón y refresca el paladar.

Rosado para realzar sabores

¿Y qué hay de los rosados de Montevirgen? El cuerpo de Castillo de Villalba Rosado lo hace excelente para acompañar al jamón ibérico por su frescura y acidez, que equilibran la grasa del jamón sin opacar su sabor.

Otros consejos interesantes

Alterna cada bocado de jamón con un sorbo de vino para observar mejor cómo interactúan en boca y como cambian las percepciones con cada tipo de combinación.

Puedes servir los tintos ligeramente frescos, aunque nunca por debajo de los 14-16ºC. Los blancos y rosados, por su parte, sí deben estar bien fríos. Su temperatura de servicio ideal rondaría los 8-10ºC.

Por último, aunque sobre decirlo, recuerda disfrutar de este maridaje en buena compañía y con tiempo para apreciar las sutilezas de combinar cada bocado y cada sorbo.

¡Salud!

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